Día de escuela
La mañana era fría y opaca. Desde la ventana, se podía ver que no había mucho movimiento en la calle. Era de esperarse dijo Víctor. El despertador volvió a sonar por tercera ocasión. Víctor siguió sin hacer caso. El sabía que no era el despertador lo que sonaba. El pasillo donde se encontraba era su única forma de no volverse loco, el único pasillo de todo el lugar donde el sol aún podía filtrarse. Un leve rayo de sol penetraba por una ventana cuadrada que se encontraba al fondo, ya era de tarde, el color anaranjado lo hacia notar. Víctor jamás había sentido lo mismo por este pasillo. Siempre le pareció normal y monótono. Lo cruzaba para ir a las escaleras que lo conducían a su salón. Todavía no termina esto Víctor. Dijo una voz desde el fondo del pasillo. Víctor sintió un revoltijo en el estomago. Quiso levantarse, pero no pudo.
Unos pies salieron del fondo del pasillo y atravesaron el lugar hasta llegar a Víctor. Era el conserje. Víctor sintió un profundo sentimiento de rabia. Quería moverse realmente quería hacerlo, pero las piernas no le respondían. El despertador volvió a sonar.
Víctor se levantó tarde. En el camino a la escuela, se encontró con Samanta. ¡Maldita sea, hoy expongo, no voy a llegar! dijo Samanta mientras era alcanzada por Víctor. Ambos se detuvieron jadeantes en una esquina. Víctor miró el reloj: 8:59 am. ¡Ya es muy tarde! Samanta, ya debieron cerrar la escuela. Samanta seguía jadeando recargada en sus rodillas. –no, hoy expongo. Si entramos por atrás, debe estar abierto. El conserje siempre la abre. Víctor se acomodó la camisa.-realmente quieres entrar verdad. Este bien. Entremos por atrás. Samanta se reincorporó, Víctor y samanta se desviaron del camino. Y cruzaron la manzana para llegar a la parte trasera de la escuela.
Pablo había llegado igual tarde, se encontraba justo en la entrada de la escuela. Su angustia había desaparecido en cuanto vio el letrero. Aviso a los alumnos. Se les informa que las instalaciones estarán clausuradas por una semana. Atte. la dirección y junta de padres de familia. Pablo suspiro, se mantuvo en silencio, sacó su celular y marcó a casa de Samanta. Pablo echó un vistazo al patio que se lograba ver entre las rejas. Un patio desolado y tétrico. Sin ruido, ni movimiento. El aire soplaba mas fuerte, pero lo mas extraño es el aroma que se sentía. Pablo aún con el teléfono en la mano. Escucho una voz femenina. No pudo entender lo que le decía pero, las últimas palabras fueron claras. Ella esta en la escuela.